Soy Silvia L. C. Domingo. Desde que puedo recordar disfruto de la lectura. Tengo la imagen de mi madre – que me dejó también su nombre, Leticia: felicidad - leyéndome por las noches en mi niñez y el placer de poder hacerlo yo misma, primero en los carteles incentivada por mi padre,
luego en los libros. En la adolescencia empecé a escribir.

A través de lo vivido construimos lo que somos. Durante mi infancia descubrí la existencia de otras culturas por medio de los idiomas
francés e inglés y de algunos viajes que me permitieron tomar contacto
con formas de vida que no conocía, ver nuevos paisajes, distintas
miradas, escuchar otras voces.

La pasión por el conocimiento surgió de aquello que me rodeaba,
de lo que me enseñaron sin que me diera cuenta. En mi memoria están
la biblioteca y el piano en las casas en que viví; mis padres, mi tía,
mi hermana, leyendo.

Desde niña siento placer en el contacto y observación de la naturaleza:
el campo, los jardines, los charcos de lluvia, correr con el viento,
trepar a los árboles, contemplar el cielo, el mar, el horizonte.

Nací en Lomas de Zamora, viví en Buenos Aires y crecí en Mar del Plata,
uno de mis lugares del alma y donde formé mi familia.
Con los ideales de los diecisiete años inicié la carrera de Derecho en la Universidad Nacional de Mar del Plata donde, además, encontré a varias de las grandes amigas de mi vida. Me atrajo viajar en el tiempo a través del Derecho romano, conocer la organización y el origen de las instituciones, descubrir la etimología de las palabras, los temas filosóficos.
Ejercí la profesión durante algunos años, luego seguí mi búsqueda pasando por la carrera de Letras, que no continué, y el Profesorado de Inglés en la misma Universidad, del cual cursé los dos primeros años hasta mudarme a San Carlos de Bariloche, adonde resido junto a mi familia desde el año 2003.