En los charcos de lluvia Muchas cosas se mueven de lugar con las partidas. ¿Y los recuerdos? ¿Quedan de un solo lado, viajan a algún lugar, se pierden? Alas de mariposa. ¿No habrá un “siempre”, o un “quizás”? Cuando sólo quedo yo ¿nos queda ese honor? Hay cajas en el alma donde los voy guardando prolijos, con cuidado como los pañuelos y carpetas en el placard de mamá: …el momento en que aprendí a flotar en el mar, con papá, cuentos antes de dormir, viajes, agendas, sabanitas, flores toda una vida de anécdotas y recetas, con mamá. Narcisos y tulipanes. Las escondidas en la infancia, casi ahogarnos en la playa, o rodar por un techo sin que nadie supiera, las bombitas de carnaval, charlas de amigas, caracoles en la arena, el aire de primavera. Libélulas. Un beso, palabras, una canción en el piano. Estrellas. Respiro. Los abrazo, están cerca del corazón, envueltos como regalos. Los vuelvo a guardar. Pero, ¿y si un día, sin querer, me olvido? Esos fragmentos de tiempo, puñados nuestros ¿volarán como pétalos hasta una fuente? ¿se los llevarán los pájaros? Semillas. ¿Acaso podría buscarlos? o quedarán en un papel hasta que alguien los encuentre. ¿Son como una sombra? ¿o como esos paisajes que solo viven en los charcos de lluvia?
